Si estamos aquí es porque sabemos de la necesidad de entrenar y estimular nuestro cuerpo de forma regular.
Aquí no hay debate.
Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que el estilo de vida moderno es sedentario, y que si no nos movemos lo suficiente lo acabamos pagando.
Bien.
El tema es el siguiente.
Somos comodones por naturaleza.
No estamos diseñados para tener ganas de movernos de forma voluntaria.
Si nos movemos, lo hacemos por necesidad, no por gusto.
Por gusto hacemos lo contrario:
- Descansar para ahorrar energía.
- Comer para acumular energía.
Es lo que tiene haberse desarrollado como especie hace decenas de miles de años en un entorno salvaje.
Por eso es tan importante entender que lo que nos pide el cuerpo muchas veces no es lo más conveniente.
Hay que escuchar el cuerpo, claro que sí.
Pero también hay que saber interpretar lo que nos dice. Eso también.
Vale. Entonces.
¿Cómo podemos consolidar el hábito de entrenar?
Pues tenemos que aprender a vendérnoslo bien.
Solo eso. Todo eso.
Mira.
Justo cuando acabé la universidad, y aún me creía capaz de cambiar el mundo, empecé con mis primeros semi-clientes de entrenamiento personal.
Digo semi-clientes porque eran conocidos y no les cobraba lo que valía el servicio.
Estaba empezando, quería experiencia (y obviamente ganar dinero) y se lo ofrecía a todo aquel con el que me cruzaba.
Bien.
Pues una de esas personas me enseñó una de las claves para consolidar el hábito de entrenar (aunque podría decir también una de las claves de la vida).
Esa persona una vez me dijo:
«- Buah, lo único que merece la pena de entrenar es cuando acabas».
Cuánta razón.
Qué verdad más aplastante.
Esa frase quedó grabada en mi interior… Pero aún tardé algunos años en comprender eso y aprender a utilizarlo a mi favor.
Luego la vida me llevó por otros lares.
Empecé a tener más clientes.
Pero no conseguía que entrenaran sin mí.
Ese ha sido siempre mi propósito.
Entonces, paralelamente fui formándome en marketing y ventas y explorando ese maravilloso mundo de la psicología humana.
Creo que todo el mundo debería tener nociones de entrenamiento, de nutrición y de ventas.
Porque vender y vivir es lo mismo.
Mira.
Una de las cosas más importantes a la hora de vender es centrarse en los beneficios de lo que vendes.
Si vendes un rolex no vendes saber la hora. Vendes estatus.
Si vendes un volkswagen no vendes poder desplazarte. Vendes seguridad y confort para tu familia.
Y si vendes un viaje a Tailandia no vendes el lugar. Vendes experiencias vitales y felicidad.
Estamos vendiendo constantemente.
Si quieres ir al cine con tu pareja debéis venderos la peli que queréis ver, o el restaurante donde cenar.
Si quieres que tu hijo haga los deberes, ordene la habitación o se coma la verdura debes vendérselo bien… lo mismo, debes saber cómo vendérselo.
Pero sobre todo…
… pero,
pero…
sobre todo…
Si quieres hacer cosas que te conviene hacer… pero no tienes ganas de hacerlas… debes aprender a vendértelas bien.
¿Venderse cosas a uno mismo?
Sí claro. Es vital.
La diferencia entre los que leen cada día y los que no,
o los que comen verdura y los que no,
o los que entrenan regularmente y los que no,
está en cómo se lo venden.
Puedes pensar en que hay gente que tiene más fuerza de voluntad o que les gusta más entrenar que a ti.
Pero te equivocas.
Como te decía al principio, los seres humanos somos comodones por naturaleza.
Ningún ser humano está diseñado para «regalar» energía así como así con ejercicios que no tienen otra utilidad que ponerse en forma.
Ninguno.
Los que entrenan regularmente (y al final hasta puede que les llegue a gustar), es porque se lo comunican bien… es porque se lo venden bien… es porque se centran en los beneficios y no prestan atención a los pensamientos de los «contras».
Y te voy a decir una última cosa que también es clave.
Los que tienen el hábito de entrenar profundamente consolidado, los que tienen una relación sana con el entrenamiento, no se centran en el beneficio de perder grasa, ganar músculo, ganar un partido o ser campeón olímpico.
No.
Puede parecerte que los deportistas profesionales se venden bien el entrenamiento, pero no.
Muchos cuando dejan de competir dejan de entrenar. Eso significa que no se lo estaban vendiendo bien y que no tenían una relación sana con ello.
Si quieres consolidar un estilo de vida saludable no debes centrarte en ese tipo de beneficios más lejanos o competitivos.
Debes asegurar. Debes centrarte en venderte los beneficios inmediatos de ese hábito.
¿Cuál es el beneficio inmediato de entrenar?
Pues lo que me dijo esa vez mi ex-semi-cliente: «- Buah, lo único que merece la pena de entrenar es cuando acabas».
En serio.
Si aprendes a valorar eso…
Si aprendes a poner el foco en lo bien que te sientes al acabar de entrenar… en lo satisfecho que estás…
Si aprendes a darle la importancia que tiene esa paz y satisfacción personal que sientes al terminar…
… Habrás ganado.
Y además.
Es que entrenar regularmente es también un estatus (como el rolex).
No es lo mismo ser una persona que entrena que una que no entrena.
No te mueves de la misma manera por la vida. Es que no hay color.
Sentir que eres una persona que se cuida, que tienes unos hábitos que te enorgullecen, te eleva a otro nivel.
Para venderte el entrenamiento tienes que centrarte en lo que sientes cuando terminas de hacerlo. Y en lo que sientes durante el resto del día que has entrenado.
Créeme si te digo que la mayoría de días siento una resistencia terrible para no-entrenar.
Llámale pereza, cansancio, molestias físicas…
Casi ningún día mi cuerpo me anima a entrenar.
¿Cómo consigo hacerlo?
Ahora los comodones empatadores con el cerebro en modo avión pensarán: «Es que es tu trabajo, eres entrenador y debes hacerlo».
Mentira.
Podría perfectamente entrenar 3 días a la semana y de vez en cuando compartir entrenamientos en diferido para que los usuarios del Gym Indomable tuvieran entrenamientos por hacer, y nadie se quejaría porque la calidad del servicio sería la misma.
Pero no lo hago.
¿Por qué?
Pues porque me encanta cómo me siento cuando acabo de entrenar y durante el resto del día.
Y eso es lo que visualizo antes de entrenar. Ese es el beneficio en el que me centro.
Así es como me lo vendo.